miércoles, 13 de julio de 2011

El pelotón estará el viernes, 15 de julio, en Lourdes con La Señora de Los Pirineos

(Desde El Cañamelar, Valencia, José Ángel Crespo Flor)

Con la llegada del Tour de Francia a Lourdes (la etapa de este viernes, 13 desde que se inició el Tour de 2011, llegará a dicha localidad tras salir de Pau y recorrer 152.5 kilómetros y con la ascensión al Coll de Aubisque de 1709 metros como gran punto de referencia de dicha etapa) volvemos a hacernos eco de la Oración que, con motivo del centenario del mítico Tourmalet, compuso para la familia ciclista internacional el sacerdote, periodista y poeta valenciano Antonio Diaz Tortajada. La verdad es que si la leemos y releemos no tiene desperdicio. Es de esas oraciones que te llegan, te hacen pensar y lo más importante, te acercan a Cristo a través de María, su Madre. Es lo que ha pretendido hacer Antonio Díaz Tortajada con esta oración.

Antes de la etapa con final en Lourdes los corredores deberán de abordar la que unirá el jueves 14 de julio las localidades de Cugnaux y Luz Ardiden de 211 kilómetros y, tras dejar Lourdes, el sábado 16, el pelotón ciclista abordará la etapa entre St. Gaudens y Plateau de Beille de 168,5 kilómetros, una localidad esta última también clásica en la ronda francesa y escenario de páginas magistrales de gran ciclismo.

ORACION A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES (SEÑORA DE LOS PIRINEOS)
por Antonio DÍAZ TORTAJADA Sacerdote-periodista

Señora de los Pirineos:

En el corazón de estas montañas confluyen tu mirada maternal y la de tantos hijos tuyos que dominados por la enfermedad los achaques y el dolor acuden a tus pies. Tu eres la causa de nuestra alegría, ilumina a cuantos lleguen a estas montañas para que te reconozcan como Madre y Señora en medio de tanta belleza, y así se dejen atraer por la bondad y belleza del Creador que hizo de ti el vértice de la hermosura humana y divina.

Tu te acercaste en medio de estos peñascos hace 150 años a la niña Bernardita Soubirous y te manifestaste como la Inmaculada Concepción, y aquí en medio de tanta belleza pusiste tu casa y, sin cesar, dispensas los dones de tu Hijo

Tu quisiste fijar tu morada en estas verdes y ásperas montañas de Francia, para ver mejor desde lo alto de las cumbres los gozos y esperanzas, alegrías y tristezas de tus hijos. Hoy llegamos ante tu bella imagen trayéndote la flor perfumada de nuestro corazón.

Te cantamos hoy, como te cantaron ayer y te cantarán siempre todas las generaciones: ¡Tú eres la flor más hermosa y el fruto más preciado de la humanidad! Eres la bendición pura de Dios en el corazón del mundo y de la Iglesia. Bendita, porque creíste y te fiaste de Dios, porque a Él consagraste, por entero, las fuerzas de tu alma y de tu cuerpo.

Tu eres Señora de los Pirineos tú eres la sierva del Señor, nuestra Madre y Reina. Tu eres la bella morada de estos cerros, que este reencuentro contigo en tu imagen sea el reencuentro con cada uno de nuestros hermanos.

Tu que eres la Madre de Dios y nuestra y todo lo puedes. Te pedimos, Señora, desde este corazón de los Pirineos que es tu cueva, tu casa tu trono por todos los que invocan tu nombre en tantos otros lugares que, esparcidos en la geografía del mundo, son faros de fe, santuarios donde brota el fervor de la esperanza, morada tuya donde tus hijos se reúnen en torno al altar.

Préstanos esos tus ojos misericordiosos para que aprendemos de ti a encontrar la música y la letra, el tono justo de las bendiciones que debemos pronunciar los unos sobre los otros.

Dános tu valiosa ayuda para que podamos llegar un día desde estas Pirineos a la resplandeciente montañas del paraíso y reinar eternamente contigo. Amén.

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