En el año internacional de los bosques - PLEGARIA ANTE LA CREACION ENTERA

(Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor)

Si en una anterior información en este mismo blog dábamos cuenta de que este recien iniciado 2011 había sido declarado por la ONU como AÑO INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES, hoy podemos presentar una plegaria que el párroco de Santa María del Mar, periodista y poeta, Antonio DÍAZ TORTAJADA ha escrito para la ocasión. Como siempre lleva su sello particular y personal y tamnbién como siempre su lectura pausada nos permite rezar, tras adentrarnos en ella y después de haberla saboreado.

Antonio ha sabido, en un tiempo récord, ponerse de lado de la noticia y ha elaborado esta bonita Plegaria que ha de ayudarnos para que amemos más los árboles y arbustos, en definitiva la hermana naturaleza como solía decir San Francisco, el gran apóstol de todo 'lo natural'.

Con esta nueva incursión en este tema no hacemos nada del otro mundo sino intentar sumar y, desde luego, poner nuestro granito de arena para que cada vez los bosques estén mejor protegidos y cumplan su misión por lo que fueron creados: para deleite de los humanos y para beneficio de todos. La naturaleza es algo en donde el actual Papa Benedicto XVI pone mucho interés y empeño como constantemente lo pregona en sus discursos de ahí la importancia que los bosques y la naturaleza, como cosa creada por Dios, tiene para todos, también para la Religión Católica.

Esta nominación de 2011, AÑO INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES busca incidir en que esrts son parte integrante del desarrollo sostenible del planeta debido a los beneficios económicos, socioculturales y ambientales que proporcionan y todos tenemos una obligación para con ellos: cuidarlos, protegerlos y mimarlos. Que este recien iniciado 2011 sirva para ello.


La Plegaria de Antonio DÍAZ TORTAJADA (Sacerdote-periodista - poeta)


Señor, fuente y origen de todo lo que vive:

Creemos en Ti como hacedor de todo el orden creado

en los cielos y en la tierra.

Tú eres el principio y fin de todo lo que nos rodea,

visible e invisible.

Tu estás presente en la creación entera,

pero tu presencia es discreta y nos resulta difícil descubrirla.

Ayúdanos a conocerte y amarte en todas las cosas,

en las personas, en los animales y en las plantas,

en las montañas y en los ríos.

Te damos gracias y bendecimos tu nombre.

Tú nos has encomendado esta obra tuya,

para que la perfeccionemos

y la usemos en bien de todos de todos los hombres.

No permitas que utilicemos la creación

para beneficio nuestro en menoscabo del de los demás.

Haznos pequeños y humildes

ante la grandiosidad de lo que nos rodea.

Tú, que formas parte de la creación,

y eres el agua y el pan de vida,

sacia nuestra sed y hambre de Ti,

transfórmanos y transforma

esta vida mortal en vida plena,

que nunca acaba.

Verdaderamente la creación entera,

desde el pecado, gime como con dolores de parto,

hasta que sea redimida con los cielos nuevos y la tierra nueva.

Al principio de la historia

confiaste el cuidado de todo lo creado al ser humano:

Nos bendijiste y nos dijiste:

-- Sed fecundos y multiplicaos;

trabajad la tierra y sometedla.

Dominad sobre los peces del mar

y sobre las aves del cielo y sobre las bestias del campo.

Y el ser humano aceptó esta vocación

de ser colaborador tuyo.

Al cuidar la creación entera nosotros experimentamos

la profesión más antigua de la familia humana,

la vocación fundamental

de ser trabajadores en el jardín de los hombres.

Pero los seres humanos hemos descuidado este encargo;

más aún: lo hemos traicionado.

Por medio de Jesucristo, tu Hijo, agente de la creación.

queremos renovar nuestra vocación primera

de ser administradores de los recursos naturales:

Mayordomos del aire y del agua,

de los ríos y las montañas,

de los bosques con su flora y su fauna.

Señor de la vida:

Que la desertificación de nuestra tierra

que hemos explotado,

saqueado y hecho estéril

para generaciones venideras,

y que en nombre del progreso hemos permitido

que sea envenenada y deforestada,

deseamos rociarla

con el agua sagrada de nuestro esfuerzo y trabajo, señal de vida,

pidiéndote que pueda ser abrazada por nuestra fértil tierra,

alimentada por la lluvia

y besada gentilmente por el sol.

Perdón, Señor, porque no hemos prestado atención

a los clamores de nuestra hermana y madre tierra.

Que tu Espíritu Santo

que nos convoca a ser agentes protectores de la creación

nos haga miembros comprometidos

con la ecología y el ambiente,

signo e imagen viva del reino venidero,

día de la gran fiesta,

cuando todos los elementos de la creación

sean liberados de su gemidos y de su aflicción.

Que seamos agentes de cambio y de transformación

para fomentar el amor y el cuidado,

la dignidad y el respeto al orden creado.

Que sepamos, Señor, sembrar semillas,

embarazadas de vida,

y enséñanos el secreto de la vida de la Pascua:

Que de la muerte renazca nueva Vida.

Amén. Amén.